Aunque en muchas carnicerías venden ya hamburguesas hechas, y  pueden ser de buena o de mala calidad, pueden ser artesanas o industriales. Si queréis controlar de verdad lo que coméis, es mejor que compréis carne en la carnicería y pidáis que os la piquen/muelan delante vuestra, de forma que no lleve aditivos ni conservantes, ni excesivas grasas. Se puede comprar más cantidad de la que necesitáis cada vez, y congelarla para una próxima vez. Por ejemplo, de un kilo de carne picada (siempre de vaca o ternera) podéis sacar dos partes de ½ kilo cada una. Para hacerlas en casa, es mejor que sean pequeñas, de 100 grs cada hamburguesa.

En un plato hondo poner la leche y remojar el pan hasta que quede bien empapado y se desmigue fácilmente.

En un bol echar la carne y mezclarla con el pan desmigado y con el huevo crudo, añadiendo sal y pimienta blanca al gusto y amasando todo para que sea fácil formar unas bolas (saldrían 5 o 6) que os quepan en un puño.

Aplanarlas un poquito para darles la forma de hamburguesa antes de echarlas a la sartén.

Calentar el aceite en una sartén que no se pegue, con buen fondo y echarlas con el aceite caliente (pero que no humee) y tenerlas 2 minutos por un lado y 1 minuto por el otro. Sacarlas a un plato.

Echar entonces la cebolla picada, si os gustan con cebolla, y ponerlas otros 30 segundos sobre la cebolla, con el queso por encima, para que se reblandezca.

Pasarlas al pan (previamente tostado) y añadir el resto de acompañamientos, debajo o encima. Acompañar de patatas fritas o rehogadas.